FEIJÓO SE HUNDE EN 6 MESES

 

ACEITUNAS

El papel de la oposición en un Estado democrático es absolutamente fundamental. Su responsabilidad es la de desempeñar una función de evaluación, control y fiscalización de la acción de Gobierno, sin renunciar a las aportaciones y propuestas que en un marco de diálogo y debate pueda poner encima de la mesa para mejorar la vida de los hombres y mujeres de un país. La oposición puede ser severa y rigurosa en esa tarea de vigilancia, pero también puede ser ambiciosa, responsable y con sentido de Estado cuando se trata de defender los intereses generales del país y de llegar a acuerdos que favorezcan la normalidad democrática.

Por desgracia, el PP lleva cuatro años y medio haciendo todo lo contrario en España: practicando una oposición desleal, que intenta obtener réditos electorales de las dificultades y que dispara contra todo lo que se mueve con tal de desgastar al Gobierno, aun a costa de perjudicar los intereses de todos los españoles.

Lo vimos con Pablo Casado y la pandemia. Lo estamos viendo ahora de nuevo con Feijóo, la invasión de Ucrania y, como lamentable colofón, la reforma del Consejo General del Poder Judicial. Nada ha cambiado en la actitud del PP al pasar de un líder a otro: la sensación es que las huestes más radicales de la caverna, con Ayuso al fondo, siguen moviendo los hilos de un PP que hace años inició el viaje al centro y, sin embargo, sigue caminando día tras día hacia la derecha más asilvestrada.

El ‘expediente Feijóo’ es de nota. En pocos meses ha dilapidado el souflé mediático, esa burbuja eufórica que lo situaba como gran estadista del centro derecha, y ha empezado a ver cuestionado seriamente su liderazgo al frente del PP. La llegada de Feijóo a la dirección del PP se consumó tras el asalto perpetrado contra Pablo Casado, que fue traicionado y defenestrado por sus propios compañeros. Llegó con la aureola de gestor moderado, aunque la realidad en Galicia dista bastante de esa imagen propagandística. Más bien era todo lo contrario: un señor de derechas que aplicó políticas de derechas en Galicia, donde dejó una sanidad pública deteriorada, una educación pública con 1.400 profesores menos, una red de atención a la dependencia insuficiente y volcada hacia su privatización, y de guinda una deuda pública disparada. En definitiva, la gestión de Feijóo dejó más desigualdad entre los gallegos.

En sus escasos meses liderando la oposición del PP en España, hemos visto al mismo dirigente al que la derecha nos tiene acostumbrados: críticas furibundas, actitud destructiva, búsqueda de confrontación y afán de promover la crispación entre la sociedad española. Ha demostrado tan poca responsabilidad y tan poco sentido de Estado que ha puesto al PP a votar en contra de importantes medidas que el Gobierno de España ha impulsado para ayudar a las familias en estos meses de dificultad. Y la gota que ha rebasado el vaso ha sido su actitud irresponsable en la necesaria renovación de los órganos judiciales.

Feijóo ha quedado como un líder timorato. Sin autonomía ni capacidad de decisión. Su marcha atrás a última hora para desbloquear la renovación de la justicia le deja como una figura irrelevante dentro del propio PP, débil ante las presiones y sin fuerza para imponer un acuerdo que es absolutamente necesario por higiene democrática. Cuando Feijóo se pliega ante los intereses particulares de su partido, no sólo sigue perpetuando la anomalía democrática que estamos viviendo en la justicia española, sino que evidencia que no tiene autoridad en su propio partido y que está en manos de otros poderes fácticos que no piensan precisamente ni en la democracia, ni en el progreso, ni en el bienestar de los hombres y mujeres de nuestro país.

Compartir
Escríbenos
1
Hola 👋🏻
¿quieres contactar con nosotros a través de WhatsApp? 📲