PARA LA JUNTA, SÓLO EXISTE LA CAMPAÑA… PROPAGANDÍSTICA

Arrancó el nuevo curso político con una asignatura que condiciona a todas las demás: la pandemia. La emergencia sanitaria sigue siendo la prioridad total y absoluta en este escenario convulso, donde todos los esfuerzos siempre serán pocos para salvaguardar la salud pública y garantizar la seguridad de la ciudadanía, especialmente de aquellos colectivos que por distintas circunstancias son más vulnerables a los zarpazos del virus. El Gobierno de España no ha bajado la guardia y continúa con su labor de comunicación, información y transparencia, de diálogo y coordinación con las comunidades autónomas y de ampliación del escudo social para proteger a la inmensa mayoría de la ciudadanía. En días pasados, el Consejo de Ministros aprobaba precisamente la prórroga de los ERTE y de las ayudas a los trabajadores autónomos hasta el 31 de enero de 2021, una muestra más del firme compromiso de este Gobierno de España, que ha canalizado recursos ingentes para impedir que nadie quede atrás como consecuencia de la crisis sanitaria y sus derivadas social y económica.

Sin embargo, el mando ha cambiado. Desde el fin del Estado de Alarma, el mando en Andalucía para este proceso de transición a la nueva normalidad está en manos de la administración autonómica, de la Junta de Andalucía gobernada por PP y Ciudadanos. Por desgracia, la Junta no se ha mirado en el espejo del Gobierno de España para abordar esta crisis y continúa con su actitud timorata, distanciada de la realidad y alejada de los problemas y preocupaciones de vecinos, familias, trabajadores, empresarios, autónomos, ayuntamientos, organizaciones y sectores productivos.

Lo estamos viendo además con el imparable deterioro de la sanidad pública y de la atención primaria, con unos centros de salud convertidos en fortín inexpugnable, un servicio de Salud Responde que no funciona y unos usuarios que se debaten entre la desesperación y la impotencia por no ser atendidos. Lo hemos visto con el inicio de curso escolar, un inicio de curso que los directores, los docentes, los padres y, sobre todo, nuestros niños y niñas no se merecían; un inicio de curso donde la Junta no ha hecho sus deberes y no ha cumplido con su obligación de reducir los aforos en las clases.

Y lo estamos viendo ahora con el inminente comienzo de la campaña de la aceituna, donde la Junta vuelve a demostrar que sigue ausente. El pasado mes de julio, la Diputación de Jaén puso sobre aviso al Gobierno andaluz, requiriéndole para que empezara a trabajar en un protocolo específico para esta campaña, que mueve miles de empleos a lo largo y ancho de todo el territorio provincial, muchos de ellos temporeros procedentes de otras zonas del país. Sin embargo, la Junta de Andalucía se ha dejado llevar nuevamente por su proverbial indolencia y apenas ha movido un dedo hasta semanas antes del inicio de campaña. Lo ha hecho de manera insuficiente, con pocos recursos y sin aportar prácticamente ningún detalle de lo que tiene planificado, si es que tiene algo planificado. Estamos hablando de una campaña compleja y peculiar, donde hay que tener prevista claramente la organización de las pruebas a las que se vaya a someter a los trabajadores, así como los protocolos de actuación en caso de que se produzcan positivos, tanto antes de los trabajos como durante el desarrollo de la campaña.

Poca confianza traslada la Junta cuando se maneja con este oscurantismo, cuando mantiene en vía muerta el diálogo y la coordinación con los ayuntamientos y cuando se permite la frivolidad de recortar a la mitad el presupuesto para el dispositivo de atención a trabajadores temporeros. Eso sí: tiene todo el descaro de montar un Consejo de Gobierno en Úbeda para vender una inversión fantasma de 800 millones de euros en Jaén. Por desgracia, la única campaña que le interesa a la Junta es la campaña propagandística.

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