LO DE FEIJÓO
Las elecciones del 23 de julio arrojaron un resultado en las urnas que todavía no ha sido digerido por la derecha de este país. Los españoles le dijeron al PP que no quieren un Gobierno de derecha extrema, un Gobierno de recortes, de retrocesos y de trato privilegiado para los poderosos. Los españoles dijeron que no quieren un Gobierno del PP, el partido de la corrupción, el partido de la Gürtel y la Caja B, el partido que destroza la sanidad pública, que recorta las becas y que merma las pagas de los pensionistas. Los españoles también dijeron que no quieren como presidente a Feijóo, un líder que se ha ido desinflando en estos últimos meses, con una campaña electoral deplorable donde hizo de la mentira, el engaño y la falsedad su principal tarjeta de presentación. Las urnas fueron claras y no le dieron la mayoría a la derecha, si bien en el PP siguen sin enterarse de lo que ocurrió y siguen sin comprender el sentido del voto de la gente. O bien lo han entendido, pero han seguido su irresponsable deriva hacia ninguna parte, intentando desacreditar y deslegitimar cualquier otra opción de Gobierno que sume más apoyos de los que ellos han logrado.
En esta estrategia malsana, Feijóo rogó al Jefe del Estado que le encomendara la misión de conseguir los respaldos para una investidura. Se le concedió. A continuación, pidió más de un mes de plazo para ir recabando esos apoyos, a pesar de que las matemáticas estaban claras desde el minuto 1 y no le alcanzaban para sumar los votos necesarios. Se le concedió también. Y a pesar de todo ello, Feijóo no se ha dedicado a buscar de verdad los apoyos para una investidura, sino a montar un vodevil esperpéntico en el que ha transitado de ocurrencia en ocurrencia. Empezó queriendo negociar con Junts, que pasaron de ser insurrectos traidores separatistas a gente con la que se podía dialogar para intentar conseguir su apoyo. A continuación, pidió al PSOE que le dejara gobernar, que se conformaba con 2 años, pasando de querer derogar al sanchismo a rogar al sanchismo que le dejara sentarse un rato en el sillón. Después, se lanzó a una desesperada operación de llamamiento al transfuguismo, con unos alegatos vergonzosos y sostenidos sin pudor incluso por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que también se ha cubierto de gloria en estas semanas. A quienes conocemos su falsa moderación no nos ha sorprendido nada. Finalmente, el PP convocó un acto público en Madrid 2 días antes de su propia investidura para arremeter contra otra hipotética investidura que pudiera celebrarse en el futuro. Éste es el comportamiento disparatado del partido que efectivamente ganó las elecciones, pero que con actitudes de este tipo ha perdido toda credibilidad para sumar mayorías de gobierno, que es de lo que se trata.
Lo de Feijóo ha sido un bochorno para las instituciones, para la democracia y para nuestra imagen como país. Ha sido un esperpento de primera magnitud, únicamente maquillado por la esforzada labor de un alto porcentaje de medios de comunicación, totalmente entregados a la causa de la derecha, que se han sumado a este desvarío con toda la fuerza de los hooligans incondicionales.
Mientras el PP se adentra en su particular laberinto, el PSOE seguirá a lo suyo, que es continuar trabajando de manera prudente y responsable para lograr los apoyos mayoritarios, investir presidente a Pedro Sánchez y conformar Gobierno. Lo que necesita España es caminar por la misma senda de los últimos años: concordia, convivencia, derechos, libertades y más avances para los trabajadores, las clases medias, las familias, los pensionistas, los estudiantes, las mujeres y los agricultores, en definitiva para la inmensa mayoría de la sociedad española. A esto se ha dedicado siempre el PSOE y a esto se va a seguir dedicando.