JUAN ESPADAS
Juan Espadas, candidato socialista a la presidencia de la Junta de Andalucía
El PSOE de Andalucía culminó el pasado mes de junio un intenso proceso de primarias para elegir a su candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía. No vamos a volver a glosar aquí las excelencias de un procedimiento interno que es la máxima expresión de la democracia interna, donde la militancia habla en libertad, con un voto individual y secreto, que le permite tomar una de las decisiones más importantes: elegir a la persona que va a encabezar el proyecto socialista en la Junta de Andalucía. Y a eso vamos a ir directamente, a analizar las consecuencias de este proceso, donde el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, se impuso con una mayoría clara que incluso evitó la celebración de una segunda vuelta al superar el 50% de los apoyos.
La primera consecuencia de esta elección es que el PSOE está un paso más cerca de recuperar la Junta de Andalucía. La elección de Espadas ha abierto un horizonte de esperanza en el futuro no sólo de esta organización política, sino de la propia comunidad autónoma. Es un aliento de optimismo para los andaluces y las andaluzas que, por los motivos que fueran, no apoyaron el proyecto socialista en las elecciones de 2018. Es un impulso de ilusión para todos aquellos votantes progresistas que, por los motivos que fueran, prefirieron quedarse en casa aquel 2 de diciembre. Y, sobre todo, Juan Espadas representa un argumento de peso para que esa gran mayoría de la sociedad andaluza que está desencantada con los derroteros que ha tomado esta Junta de derechas del PP y C’s, recupere la confianza en el PSOE.
Espadas atesora un perfil idóneo para la Presidencia de Andalucía. Es un buen gestor, una persona dialogante, que apuesta por los acuerdos y el consenso, pero que no renuncia a un marcado perfil progresista, con vocación municipalista, que defiende a ultranza los servicios públicos y centra sus prioridades en los jóvenes, en las mujeres y en las personas mayores.
La segunda consecuencia de estas primarias que el partido sale más reforzado y unido. Este asunto no es baladí. Un PSOE fuerte y unido es una máquina imparable. Un PSOE fuerte y unido multiplicará exponencialmente sus posibilidades de volver al Palacio de San Telmo. A un PSOE fuerte y unido no lo puede frenar nadie. Y por eso es importante el cariz conciliador y de reencuentro interno que ha tenido la victoria de Juan Espadas, victoria que debe ser la antesala del triunfo más necesario: el triunfo electoral en Andalucía.
No es que éste sea necesario para el PSOE; es necesario para los hombres y mujeres de Andalucía en su conjunto. La Junta de derechas ha significado un fraude masivo, un engaño descomunal. Prometían regeneración y han traído degeneración. Prometían el cambio y han traído el cambio a peor. El paro ha subido, mientras los planes de empleo y de reindustrialización han menguado. La sanidad pública se despeña con el déficit de profesionales sanitarios y el desmantelamiento de hospitales y centros de salud del medio rural. La educación pública se deteriora con el cierre de colegios y la supresión de unidades educativas. Las listas de espera de la Dependencia siguen siendo dramáticas a pesar de que el Gobierno de España le ha incrementado la financiación. Hemos visto las ITV colapsadas, los comedores escolares sin funcionar, los ayuntamientos abandonados a su suerte durante la pandemia, las personas mayores desplazándose a otros municipios y aguantando colas para poder ser vacunadas contra el Covid-19…
Andalucía no se merece esta Junta de derechas. Con Juan Espadas, el PSOE ha dado el primer paso para acabar con este mal sueño.