SANIDAD PÚBLICA EN EL DISPARADERO

Parece lógico que en una situación de emergencia sanitaria las administraciones refuercen sus sistemas públicos de salud, mejorando las prestaciones de sus infraestructuras, blindando la cartera de servicios y aumentando la nómina de profesionales para poder atender las nuevas necesidades derivadas de una pandemia como ésta. Sin embargo, Andalucía, presa del Gobierno del cambio a peor, ha modificado la hoja de ruta y ha sorprendido con una actitud inesperada: ha aprovechado la pandemia como coartada para iniciar un proceso de desmantelamiento de la sanidad pública que no sabemos cómo acabará dejando el sistema dentro de unos meses. Aunque, desde luego, ya podemos asegurar que mejor no va a quedar…

Desde el minuto 1, la Junta empezó a evidenciar sus intenciones con una pésima organización frente a la pandemia, una alarmante falta de recursos de protección que fue denunciada por los propios profesionales y, en consecuencia, unas elevadas tasas de contagio entre los trabajadores sociosanitarios. La Consejería de Salud no sólo no reforzó plantillas ni potenció el sistema de salud, sino que optó por una incomprensible estrategia de repliegue. Salud Responde dejó de funcionar, los centros de salud cerraron prácticamente sus puertas, se dejó de atender presencialmente y conseguir cita, aunque fuera telefónica, se convertía en misión imposible. En este contexto, que apenas ha cambiado en estos meses, centros de salud y hospitales han tenido que afrontar hasta 3 olas de coronavirus con menos personal y menos recursos de los que eran necesarios. En su planificación, la Junta de derechas siempre ha contado con el colchón de la sanidad privada, que ha acogido con gusto las derivaciones de pruebas diagnósticas o de operaciones que dejaban de hacerse en los hospitales públicos.

En este escenario, la Junta de PP y Ciudadanos ha aportado una pizca de escarnio en el caso de la provincia de Jaén. Tras suprimir los 20 millones de euros que se iban a invertir en la modernización del Complejo Hospitalario de Jaén, la Consejería de Salud sigue manteniendo el Hospital de Cazorla al 15% de su capacidad, sigue sin abrir las Urgencias del Centro de Salud del Bulevar en Jaén, ha cerrado el Hospital del Neveral y ha emprendido o tolerado un proceso de desmantelamiento del Hospital de Andújar que amenaza con derribar otros hospitales de la Agencia Pública por un efecto dominó. La ausencia de especialistas en el hospital comarcal andujareño empieza a ser dramática, por cuanto hay especialidades que desaparecen y por cuanto hay otros hospitales de la provincia que dependen de esos profesionales que hoy se están marchando a otros centros. A pesar de la gravedad de los hechos, denunciada por los profesionales del hospital, por los usuarios y por los alcaldes y alcaldesas de la comarca, la Junta de Andalucía lo niega todo, pinta un mundo idílico y sigue tocando el violín mientras el Titanic hospitalario empieza a hundirse. Éste es probablemente el mejor ejemplo de lo que supone tener un Gobierno socialista o un Gobierno de derechas en Andalucía: en 2018, el PP heredó un modelo de éxito en el Hospital de Andújar y en apenas 2 años lo ha dilapidado.

En unas circunstancias como éstas, la defensa de la sanidad pública se convierte en una prioridad inaplazable. El PSOE ya está dando la batalla en el Parlamento andaluz, donde lleva meses denunciando por activa y por pasiva los recortes, los desprecios y las insuficiencias de un sistema público que no debería salir debilitado al término de la pandemia. En cualquier caso, el rechazo a este deterioro de la sanidad pública andaluza debería trascender los límites de la política, porque están en juego derechos y servicios públicos conquistados por la sociedad andaluza con mucho esfuerzo. Muchos se preguntan con cierta sorna si el PP va a reactivar alguna plataforma en defensa de la sanidad pública. Y no les falta razón. Aquellos postulados le resultaban útiles en la oposición y ahora le estorban en el gobierno de la Junta. Y es que el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio y sacando a flote las mentiras.