AÑO DE DESOLACIÓN, AÑO DE ESPERANZA
2020 pasará a la Historia mundial como un año crítico, donde un virus desconocido acabó degenerando en la peor pandemia que se recuerda en las últimas décadas y en una colosal crisis económica y social aún pendiente de despedir y evaluar. 81 millones de contagios y 1,7 millones de muertos en todo el mundo son cifras reveladoras que constatan la magnitud de la tragedia, en el caso de España con más de 50.000 fallecidos y casi 2 millones de contagiados; un virus que ha golpeado a muchas familias, no sólo por los seres queridos que nos ha arrebatado, sino por esos muchos otros que están todavía recuperándose o que han quedado con secuelas asociadas a esta enfermedad. El drama sanitario ha tenido también, desgraciadamente, efectos socioeconómicos muy graves que han derivado en una crisis impensable hace tan sólo un año. Trabajadores, empresas, autónomos, comerciantes y otros muchos colectivos han padecido su latigazo en estos meses de confinamientos, restricciones y limitaciones de la movilidad, que obviamente han afectado negativamente a la evolución de nuestra economía y de sus empresas.
Han sido meses duros y de mucho sufrimiento, pero también han sido meses de aprendizaje, de lucha y de resiliencia, meses donde hemos explotado nuestra capacidad para resistir, sobreponerse a las dificultades y reinventarse. Meses donde nuestra sociedad ha dado un ejemplo de esfuerzo colectivo, de solidaridad activa y de sacrificio conjunto por el bien común. Meses donde también hemos sido capaces de crecer en la adversidad, con el recuerdo siempre presente y el homenaje sincero a todas esas personas que hemos perdido por culpa de la Covid.
El final de año llegó con la mejor noticia posible: el inicio del proceso de vacunación. Un proceso iniciado hace unos días, que ya es imparable y que en los próximos meses va a permitir el crecimiento de la población inmunizada, cortando por tanto vías de escape al virus, frenando su progresión y mejorando exponencialmente la protección y la seguridad en el ámbito de la salud pública. Han llegado las vacunas en tiempo récord –un logro de la Ciencia, a veces denostada presupuestariamente- y con ellas llega un año 2021 que se abre con un horizonte de esperanza. Esperanza de un futuro mejor, salvando y protegiendo vidas, y recuperando la normalidad perdida en todos los ámbitos.
Las administraciones tendrán la obligación de contribuir a que este proceso se pueda acelerar en la medida de lo posible. Deberán hacerlo con diálogo, comprensión, sensibilidad y recursos, en la línea de lo que ha desplegado en estos últimos meses el Gobierno de España, cuya actuación, con todas las objeciones legítimas que puedan argumentarse, ha sido razonablemente satisfactoria. Hubo decisiones valientes y duras; hubo transparencia, información y dación de cuentas; y hubo una ingente cantidad de medidas de protección económica, laboral, social y familiar con un despliegue de recursos extraordinarios nunca antes visto. El Gobierno de España hizo un esfuerzo descomunal que no todos habrían reproducido. Sin duda, se podrían haber hecho más cosas… pero otros habrían hecho bastantes menos. Sólo hay que acudir a 2012 para ver cómo un Gobierno del PP afrontó una crisis económica y social: con despidos baratos, recortes salariales y hundimiento de las pensiones.
2020, año de desolación. 2021, año de esperanza. Un año donde esperamos con impaciencia la aparición estelar de la Junta de Andalucía. Su desaparición en 2020 ha sido letal para muchos sectores que se han visto abandonados por la administración autonómica; su protagonismo en 2021 es absolutamente imprescindible e inaplazable. Si Moreno Bonilla, si el PP y Ciudadanos, y si la Junta de Andalucía siguen dar un paso adelante, el sufrimiento podría agravarse en nuestra comunidad autónoma. Confiemos en que las derechas se suban al carro de la esperanza en este 2021 con compromiso real, políticas efectivas y gestión eficiente.